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lunes, 29 de abril de 2013

Apple, el gigante que está dejando de crecer

La manzana de Apple no es tan rica como antesLa compañía reportó su primera caída de un resultado trimestral en 10 años.

Hubo un tiempo en el que Apple mató la gallina de los huevos de oro. Fue a mediados de los 90, cuando la compañía se dedicó a sacarle hasta el último centavo a su producto estrella de la época –el Macintosh– y se olvidó de innovar. El resultado fue desastroso: el 1 de julio de 1997, las acciones se cotizaron a 13,19 dólares, un 84 por ciento menos que 10 años antes y su valor más bajo desde 1985, cuando Steve Jobs fue expulsado de la empresa que él mismo había fundado.

El cuento, como se sabe, tuvo un final feliz: Jobs fue reenganchado y no solo reflotó la compañía, sino que revolucionó el mundo con gadgets como el iPhone, la quintaesencia del desarrollo tecnológico. Pero esta semana, cuando el presidente de la compañía, Tim Cook, reportó la primera caída trimestral de beneficios en una década, los agoreros han vuelto a repasar aquel capítulo. (Lea también: iTunes: 10 años de la tienda que lo cambió todo).

Y aunque la situación no es ni el asomo de la debacle del 97 (una cosa es no crecer de acuerdo con las expectativas y otra es cerrar con números rojos), muchos analistas aseguran que la compañía está transitando por el peligroso camino que la condujo al borde de la quiebra hace 16 años: la falta de innovación. Esta vez, con una dificultad añadida: que ya no está Jobs para acudir a un segundo rescate.

Con los números en la mano, lo cierto es que hoy sería ridículo hablar de Apple como una empresa en apuros. A punta de vender dispositivos tecnológicos, la compañía de Cupertino es la decimoquinta más poderosa del mundo –según el último número de Forbes– y la más rentable de Silicon Valley.

Ganó en el primer trimestre del año 9.547 millones de dólares (lo mismo que Microsoft y Google juntas), sus ingresos crecieron un 11,2 por ciento con respecto al mismo periodo del año anterior, hasta cerrar el trimestre en 43.603 millones de dólares, y tiene en caja 145.000 millones; dinero que le serviría para montar otro Apple, si lo quisiera.

Entonces, ¿por qué se rasgan las vestiduras los brokers y los analistas? Básicamente, porque el gigante tenía mal acostumbrados a los inversionistas y, en cierta medida, a los consumidores. Atrás quedaron las épocas en las que la compañía reportaba aumentos sobrenaturales de sus ingresos netos, como los de los años 2004 y 2005, que alcanzaron picos de más del 300 por ciento gracias al iPod, el dispositivo con el que Jobs inició la era dorada.

Hoy, Apple sigue vendiendo mucho, pero menos que antes. De los cinco grandes fabricantes de smartphones –Samsung, Apple, LG, Huawei y ZTE– solo la estadounidense perdió terreno en el mercado en el primer trimestre del año (pasó de un 23 a un 17,3 por ciento), reportó el viernes la consultora IDC. Una prueba de ello es que en enero tuvo que reducir a la mitad los pedidos de pantallas para el iPhone 5, porque la demanda del modelo ha sido menor de lo previsto, según informó The Wall Street Journal.

Y es que ya no están solos. El iPod reinó durante años sin un rival que pudiera hacerle sombra, pero el iPhone y el iPad han tenido que batirse con productos muy fuertes como los de la surcoreana Samsung. Y si que te copien es un problema, que otros lancen inventos más novedosos que el tuyo es aún peor. Samsung acaba de presentar su Galaxy Mega, un híbrido entre el smartphone y la tableta, con una pantalla de 6,3 pulgadas.

Apple, entre tanto, no lanza un producto nuevo desde octubre del año pasado –cuando sacó al mercado el iPad mini– y marzo, que históricamente ha sido un mes de anuncios, pasó en blanco. “No estábamos esperando fuegos artificiales, pero el hecho de que no ocurriera nada fue decepcionante”, le dijo a Fortune el analista Gene Munster, del banco de inversión Piper Jaffray.

Para muchos, la manzana ha perdido su magia. Otros, como Dan Crow, un exingeniero de la compañía, aseguran que la firma ha alcanzado su cima de creatividad e innovación y que, en adelante, “todo irá cuesta abajo”, según escribió en The Guardian.

Estas percepciones se pagan caro en Wall Street, donde las acciones de Apple han perdido un 40 por ciento de su valor desde septiembre del 2012 –un porcentaje que traducido a dólares da la friolera de 250.000 millones– y los pronósticos indican que podrían seguir bajando. Todo ello, mientras en el carril del lado Google presume de una valoración de su acción del 34 por ciento en el último año.

Cook sabe que tiene que dar de comer a los ‘tiburones’ para frenar la sangría, y esta semana anunció que destinará 100.000 millones de dólares hasta finales del 2015 para repartir entre los accionistas, una estrategia que traiciona al espíritu de Jobs, quien siempre fue partidario de invertir la caja en el propio negocio.
Pero el nuevo CEO quiere ganar tiempo mientras la empresa retoma la senda de la innovación. “Vendrán grandes cosas para otoño”, fue la declaración con la que el martes despachó a los medios tras el deslucido balance del primer trimestre.

Innovación es, una vez más, la palabra clave. Sin embargo, ese producto ‘milagro’ que sacaría a la compañía del letargo es aún un misterio. Algunos especulan con que será el iPhone 6, pero otros piensan que ha sido precisamente la dependencia de su teléfono estrella la que ha llevado a la manzana al estado actual.

Abogan por uno de esos gadgets que Jobs se sacaba del sombrero para dejar boquiabierto al mundo –tal vez el reloj inteligente iWatch o el esperadísimo televisor de Apple–. Lo que está por ver, es si Cook, considerado más un genio de la logística que de la innovación, heredó además del imperio de Jobs su sombrero.
¿Crisis de identidad?
‘Piensa diferente’ es, sin duda, un gran eslogan. El problema llega cuando muchos quieren pensar diferente. Según un análisis publicado en El País de Madrid, Apple ha venido perdiendo exclusividad, una de sus claves para vender caro (el margen de ganancia de un iPhone puede llegar hasta el 53 por ciento). “Es muy difícil manejar las dos líneas a la vez, como lo intenta Armani y Armani Basic”, señalaba el diario. Pero la solución, apuntan algunos analistas, sería precisamente esa: que la compañía montara una suerte de línea ‘eco’, con la que pueda entrar a competir con empresas que venden incluso a pérdida, como Amazon.

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